hay momentos en que quiero renunciar a ti, a tus versos,
a tus palabras tan circulares
que me llevan siempre sobre el camino recto de la belleza.
Tan directo y doloroso,
tan cierto y tan convencido de tus figura poéticas.
¿Acaso aquella tierra que te parió
sabía qué clase de poeta ponía de pie?
¿acaso esa tierra plagada de mar por su borde,
sabía como anidarías en las venas de los que te leyeran?
De qué manera esa tierra que te vio nacer
puso en tus dedos esa manera de hablar,
de pintarse en los ojos para hacerse perpetua?
a tus palabras tan circulares
que me llevan siempre sobre el camino recto de la belleza.
Tan directo y doloroso,
tan cierto y tan convencido de tus figura poéticas.
¿Acaso aquella tierra que te parió
sabía qué clase de poeta ponía de pie?
¿acaso esa tierra plagada de mar por su borde,
sabía como anidarías en las venas de los que te leyeran?
De qué manera esa tierra que te vio nacer
puso en tus dedos esa manera de hablar,
de pintarse en los ojos para hacerse perpetua?
Entro en tus versos y pareciera que es mi sangre
la que va dictándote,
parece que son mis lágrimas las que mojan tus papeles,
la que escurre la tinta que se pardea en letras
amoldándose en los renglones que rectos
nos elevan hasta el cielo o
nos dejan caer en lo mas infinito de la realidad.